Iteya...


La muerte, estando ella tan confiada en ganarnos, nos da toda una vida de ventaja. Pero en mi caso, para desgracia ajena, además me sirvió de un homólogo suicida, un clon de medio pelo y mirada distante. Un hombre al que hasta su propia barba traiciona y no siendo éste el único, incluso las cajetillas de tabaco mienten con bonitas palabras que amenazan su integridad sin luego dar resultado. Alguien que la gran mayoría de las veces encarna el papel honorífico de lo que las madres, pobres inocentes, llaman malas juntas. Sin ser él nada de esto.
Porque todo son prejuicios que se basan en sustancia sin fundamento. Es una persona como pocas, con tantas virtudes que ensombrecen a sus defectos. Es amable, católico, consciente de su futuro y además responsable. Ha recibido tanto en su vida que ahora, agradecido, no tiene reparos en ser el hijo que toda madre querría, el yerno por el que toda suegra de vecino reza antes de meter los pies descalzos bajo la colchita de lana (de la buena). Llega a tal punto su divina conducta que hasta ha trasgredido las tendencias sexuales naturales acercándose a la homosexualidad en varias ocasiones como consecuencia de su sagaz dulzura y carácter afable.
Y podría yo seguir contando clarividencias de este grandioso muchacho siendo lo dicho solo un ápice de cuanto podría contar sobre él mientras mi propia conciencia, sintiéndose culpable, intenta hacer estallar mis propias entrañas por andar mintiendo como un verdadero prostiputo y guardar hasta el final un mayúsculo "nohombre.", porque sí, señores, para todo esto no existe otro final posible más que un glorioso...

NOHOMBRE.

3 comentarios: