Todo tiempo pasado fue anterior, y más barato.


A mí hay dos cosas que me sacan de quicio, escuchar "asín" y la gente que hace comparativas de precios de diferentes épocas para martirizar el alma de los que no tienen un duro. Yo soy de esos que para comprar un boli hipoteca a su madre, de los que reciclan los bastoncillos de los oídos para no hacer gasto, de los que guardan lo que queda de tortilla de patatas para comérsela a la noche metidita en pan, de los que compran libros de segunda mano y regatean el precio, de los que son escoria, de los que nacieron míseros. Pese a ello, no aguanto esas patrañas comparativas, que el euro tenga la culpa... Porque hasta que alguien me demuestre que el aumento de precios desde 1987 hasta 1999 sin haber cambiado de moneda es menor que el que fotografía la snob de arriba no me voy a creer ¡Una puta mierda!. Queda todo zanjado. Bona nit.



Infanticidio.

Cliquea aquí y vuelve a los '90s

Lo más jodido de haber tenido una infancia triste es recordarla por casualidad años más tarde, cuando la tristeza no se ha ido pero la infancia queda lejos.
Regresan a tu mente imágenes de juegos, soledad y de una radio que berrea a tu lado música que, aunque no escuchas, queda grabada en tu mente. Una radio que al igual que en el presente estaba encendida con el único pretexto de no hacerte percatar que no hay nadie alrededor. Regresa además todo con un indigesto nudo en el estómago, con la sensación de que tal vez aquello que hoy crees que era tristeza fuese felicidad, esa felicidad real que llega incomprensiblemente y se mantiene inmutable, una felicidad inocente que nos deja en la estacada, tal y como vino.