Desde el tercer piso hay otras vistas.


Anoche una Jerba descubrió la libertad y se dio cuenta de que era una mierda. La libertad le ha costado parecer más gorda y andar con cierta deficiencia, cosa que a nadie le coge con simpatía.

El mundo libre tiene ese defecto, el de estar dispuesto ya de unos precedentes mercantilistas y censitarios que confunden nuestra percepción de la libertad, entramos en el punto intermedio entre Anarquía y Acracia, el punto intermedio que determina el vacío.

En mi libertad, mi Acracia personal, meo en el cuarto de baño que me da la gana, como a las dos, a las tres o a las seis de la tarde, según me apetezca, me lanzo desde la terraza del tercer piso sin previo aviso, me parto una pata, dos o tres, según convenga, me pongo la faja, me la quito y no respeto los patrones de ocho horas de los calmantes, me acuesto a las las tres y me levanto a las siete, llamo a mis ojeras Benancio y Asunción. En mi libertad hago lo que me da la gana, no hablo con nadie, en seis meses seis personas, no respectivas. Me compré un violín, lo toco a las dos, no hay sol a esas horas. Abro mil chismes, me sobran mil tornillos.

La verdad es que vivo en la gloria, pero si algún día alguien me dijese que para tener todo eso, tendría que parecer más gordo, mandaba a la mierda la Acracia y bienvenida sea la represión social.

Me voy a prisa, que dan las una y cincuenta y nueve.

Todo lo que cabe en una caja.


Desde ahora, las dos de la mañana, hasta que acabe este texto, sobre las cinco o seis de la tarde del día próximo, voy a escribir todo aquello que podría meter en una caja.

Teniendo en cuenta las dimensiones de dicha caja, 60 centímetros de eslora, 30 de diagonal y 15 de radio, podemos hacer una criba justificativa respecto a lo que poder meter. 

Yo, que soy muy de desarmar, para ponérmelo difícil, voy a prohibirme meter objetos desconyunturados (Radios, relojes, ordenadores, seres humanos, televisiones, etc.). 

Para complicarlo aún más, pongamos que la cubierta de la caja no permite objetos metálicos, puesto que está imantada negativamente (o positivamente, da igual al caso) y que éstos salen despedidos.

Además, conformemos y establezcamos dos leyes básicas, la primera conviene que en ningún caso el objeto podrá ser de agrado de nadie; la segunda, en cambio, nos impide meter objetos que en su composición química contengan elementos químicos o artificiales.
Como punto final diré que no podrá ser comestible y ni tan siquiera potencialmente añorable.

En fin, a la pregunta que se me ha planteado responderé que, a esa isla desierta, acorde a mis propias normas, no dudaría en llevar la caja repleta de agua salada, arena de playa y preservativos.

Damas y Caballeros, ha sido un placer compartir mi noctambulismo y mi dolor de espalda con ustedes, descansen.

Affairs del último mes.


Llevo mucho tiempo pensando en escribir algo, algo que me haga ganar dinero, algo que pueda enviar a un concursito lleno de imbéciles que escriben, lleno de imbéciles que leen, lleno de imbéciles que critican lo que leen, lleno de imbéciles que den dinero por escribirles lo que han leído.

Se me ocurrieron tres ideas, una buena, una mejor, y otra que no recuerdo. La primera me recordaba a mí hace tiempo, la segunda me "recordaba" a mí dentro de algún tiempo, y en la tercera... En la primera me convertía en Cuco, en la segunda en gente ordinaria, y en la tercera quién sabe. En la primera era feliz, en la segunda no era infeliz, y en la tercera sigo sin acordarme.

Estoy seguro de que la tercera historia era buenísima, de que no iba a escribirla tan bien como estaba en mi cabeza y de que por esa razón no la recuerdo, pero vaya, que tampoco pasa nada, tengo una historia buena, y otra mejor, que escribiré algún día.

Lo bueno de la primera historia es que era para dentro de diez días, lo malo de la otra es que tampoco recuerdo para cuándo tiene que estar lista. Lo malo de la primera es que no recuerdo cuánto tenía que ocupar, lo bueno de la segunda es que era menos extensa que la primera.

Lo mejor de todo es que al final no escribiré ninguna, que mañana me dará igual, que me pondré a desmontar aparatitos en mi escritorio y que no recordaré haber escrito esto, que me dará igual todo lo que hay a mi alrededor, exceptuando la mirada inquisidora que observa mi cara de emoción al ver una cpu. Además, estos días, los que componen los meses de Septiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre, y los que vienen, me los pasaré tocándome los huevos en casa, con un ordenador encendido, con otro desarmado y con otro que bien sabe Dios que no volverá a funcionar en la vida.

Un saludo. -En qué se ha convertido esto. -En un diario. -Muchos besos.

¡¡Ah!! La tercera historia no era tan buena.

Lo bueno de todo el texto es que nadie lo va a leer entero, excepto tú, que tienes demasiado tiempo libre.