¿Quién dijo cierto?



Desde el momento en el que algo es tomado como verdad comienza a dudarse de ello. La naturaleza humana tiene asentada en su base esta relación que lo priva de vivir de una forma despreocupada para, desde que escucha la veracidad de algo que es indudable, tomar cartas en el asunto. Parece difícil hacerse el cuerpo a esto viendo en lo que está basada la sociedad en sí. Nos parece gustar lo fácil, lo que no implica dificultades ni calentamientos de cabeza innecesarios. Pero de repente, sin previo aviso, como una bocanada de aire fresco, aparece la necesidad de encontrar algo que destroce la inmutabilidad de la que está repletamente atiborrada la verdad. Podríamos dar por cierto que la vida es finita y con ello encontrar manifestantes frente a nuestra casa con pancartas dando por dudable ese hecho. ¡No puede ser finita!¡Demuéstralo! En ese momento podríamos cargar nuestra Browning HP-35 de 9 milímetros y dispararles en la sien, que ya vendría uno de los supervivientes diciendo que su vida no acaba allí, que el señor les aportará una vida feliz más allá de la muerte terrenal, y con esto desmantelar toda teoría atea que se precie y se quiera dar como excusa. Con ello no busco ser sádico, sino demostrar la tendencia del hombre por discutir solo cuando las cosas son dadas como ciertas y no cuando aún no lo son, para buscar una razón que determine con anterioridad cuál es su naturaleza. Aún así esto no es negativo del todo. Gracias a ello, se desterraron teorías que afirmaban la planicie de La Tierra, que hacían a nuestro orbe el centro del universo y otras muchas relacionadas con el mundo de la ciencia y la religión. Se agradece esa tendencia, pero sin caer en la hipocresía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario