Schopenhaueriano - Parte primera



¿Cuán de cierto puede haber en las palabras de un ser tan misógino y huraño como fue Schopenhauer para influir en tantas privilegiadas mentes y en tantas variadas disciplinas?
Su doctrina estaba aplicada desde un punto de puro prejuicio antropológico, poseía una mente que no apartaba de su propia idea de animalidad para el hombre bajo ningún concepto y que además le permitía provocar en sí mismo toda una red de explicaciones unas veces escabrosas y razonables, y otras veces tan minuciosamente sacadas que chocaban frontalmente con su propia mentalidad.
Se trataba sin duda de un hombre de fuerte carácter teutón y desde un punto de vista social, rencoroso hasta la saciedad. Debido a esto se ve razonable, dentro de lo que en el siglo XIX tiene cabida, la fuerte crítica que “Scho” lanzaba hacia la mujer. Débil, infantil, sin atributos intelectuales ni artísticos y solo digna de la caridad masculina eran sus dictámenes, sin duda provocados a causa del resentimiento hacia su amada veneciana que años antes había dinamitado sus posibilidades de ponerse bajo la tutela de Goethe y en una medida menos dolorosa, haber descubierto la antítesis del amor.
Todo esto es fácilmente reconocible viendo las claves de dos de sus temas a tratar, el amor por un lado, en el que aparece la mujer como pieza fundamental para la procreación de su generación futura aportando la belleza y la inteligencia; y la mujer por otro lado, mostrando de ella una visión más misógina y despectiva comparando su inteligencia con la del hombre de más temprana edad. Todo esto no hace más que descubrir la presencia de algún factor determinante en su cambio de percepción sobre su antagónico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario