Correincidencias.
Cuenta una historia que un tipo fue expulsado del paraíso, con una tipa. Que tal tipo se fue a una colina desde la que se presenciaba aquel paraíso divinamente y que, tras varios forniques y diretes, en unos y otros lados, murió allá donde estuvo. Cuenta también que su calavera quedó enterrada y que sobre ella creció un arbolito, a mí me gusta pensar que era un manzano, soy así de cínico. Prosigue dilucidando con la edad de aquel árbol, que pasó siglos y más siglos creciendo hasta que finalmente fue talado y convertido en cruz latina. A retazos, además, va comentando la vida de un hippie con aires de grandeza, algo incomprensible teniendo en cuenta sus raíces, que tras muchas simplezas y complicaciones acabó siendo penado con el castigo de los ladrones, la crucifixión. Y que, para más Inri, entra aquí la tierna coincidencia, porque siendo éste segundo profeta, viene a ser pulcramente ejecutado colgando sus apéndices de la cruz que siglos antes había usado como abono al que fue primer profeta, qué cosas.
Yo, que soy muy tal que así, pues ironizo con el tema, me imagino que el árbol, además de ser un manzano, está en llamas, que en mitad del tronco tiene atragantados los restos del "primero" asemejando una nuez, que en el centro de su follaje habita Dios, que el "segundo" meó tiempo atrás en la dura corteza del mismo, y que además todo es un montaje y al fondo de la sala hay una lucecita roja que marca "On Air". Luego me retracto, y cambio las manzanas del árbol por frutos capitales.
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