La escopeta de feria.



Ayer leí a Arrabal y me inspiró una obra de teatro. Es corta, no más de un Acto, una escenita de nada.
La posteo aquí por dos razones, la primera es que es mi blog y subo lo que me da la gana, la segunda...la coordiné con la primera, soy muy ahorrativo.

La escopeta de feria

Personajes

Fa Riseo
Sr. Riseo
Sra. Riseo
Sa Duceo
Sr. Duceo

La escena concurre dentro de un búnker.

El teatro representa una gran sala llena de literas, una mesa con cuatro sillas, armamento variado y varias estanterías con víveres y una sartén junto al fogón.
Dos de las literas están sin sábanas, una con una colchita con estampado rosa y otras cinco con sábanas sucias y mantas desgastadas. En las estanterías docenas de cartones de leche, bolsas de magdalenas y dos grandes latas de cacao instantáneo o sucedaneos. Entre las armas, varias escopetas de feria, lanzacohetes y dos granadas sin anilla.

La acción comienza a las 20:00 y acaba a las 21:00 del mismo día.

Acto primero

Escena I

(En el búnker están Fa y Sa, este segundo atado de pies y manos)

Fa
(Hablando por radio) Capitán, sí, yo, el del búnker, que mire usted, que a mí me han dicho que al que entre y no conozca que lo aprese, y hoy ha venido uno, él dice que viene a traer provisiones, que lo manda su padre, que son rojos de siempre. Lo que pasa es que a mí tanta guerra, tanto tiro, y se me ha olvidao' quién es quién, porque el otro día vino un primo hermano mío, de visita, sí, y me dijo que él era gris, pero claro, era familia y no iba a hacerle el feo de apresarlo, pero antier vino otro, del pueblo, no digo más, de los peores, a un tío mío le quitó una gallina y cayó como zorro, en fin, que cuando iba a apresarlo dijo ser rojo. Ahora dígame usted qué patrón cojo, porque esto ya no tiene ni pies ni cabeza.

Sa
Dígale a su capitán que soy Sa, el hijo de Don Duceo, él sabrá quién soy.

Fa
Ha escuchado, capitán, que dice que se llama Sa y que es hijo de un tal Duceo, sí, eso dice, y que lo mandó usted también me dijo hace rato. Yo ya no sé qué creer, aquí se está regular y uno ya pierde la conciencia, qué me va a contar usted a mí. (Llaman a la compuerta del búnker) Mi capitán, le voy dejando, ya le llamo más tarde y arreglamos lo del enemigo, que llaman a la puerta y lo mismo tengo que disparar, sí, es difícil cargar con el telefonito cogido. Venga, cuídese, hasta luego, hasta luego, un abrazo.

(Aporrean la puerta con violencia)

Sa
Ve y abre, hombre, que lo mismo son amigos o familia. Yo espero aquí sentado, si es el enemigo me desato y ayudo, no se preocupe.

Fa
(Yendo hacia la puerta) Lo prometido es deuda, no lo olvide usted.

(Fa abre la puerta y entran rápido el Sr. Riseo y la Sra. Riseo.)

Sr. Riseo
¿Qué haces que no abres? Dos semanas sin pasar por casa y ni prisas por abrirle a sus padres, sabiendo como está tu madre de las piernas. ¿Quién es este muchacho? ¿Gris? Va, dale dos besos a tu madre.

Fa
Padres, qué sorpresa, no los esperaba ver por aquí (besando a su madre), ¿Cómo me encontraron? Qué día llevo, primero el enemigo y ahora vosotros, qué bien os veo. Sentaos, venga, como si estuvieseis en vuestra casa. (El Sr. y la Sra. Riseo se sientan en una litera distinta cada uno).

Sr. Riseo
Tu primo, hijo, que nos dio la noticia. Nos dijo que vino a matar al enemigo y apareciste tú. Menuda alegría nos dio, te dábamos por muerto, alquilamos tu cuarto, no digo más.

Fa
Pero Padre, cómo hace usted eso, y mis cosas dónde, la ropa, qué disgusto.

Sra. Riseo
No es solo eso, hijo, vinimos para darte una noticia aún mejor. Con esto de la república, el modernismo y todo lo que vino, tu padre y yo pensamos en divorciarnos antes de que Paquita gobierne, por si acaso.

Fa
Cómo vais a hacer ésto, Madre. Qué les pasó, acaso ya no se quieren. No me digan que del disgusto de mi muerte salió el divorcio, porque no podré vivir con ello.

Sr. Riseo
Nada de eso, hijo, si es por prevenir, que nunca se sabe. Bueno, y el muchacho qué, ¿nos lo presentas?

Fa
Ah, sí, Padre, dice que se llama Sa y que es hijo de un tal Sr Duceo, que es rojo y que traía provisiones, pero no lo creo, dijo que lo mandaba su padre por órdenes del capitán y él no sabe nada.

Sa
Eso mismo dije y es cierto. Encantado de conocerlos, por cierto.

Sra Riseo
¿No me digas que eres el hijo de Duceo? Ay, virgen santísima, pero qué grande estás, ¿Te mandó tu padre? Qué hombre, mira que le dije que viniese en persona. ¿Trajiste todo lo que mandé? ¿Dónde está?, verás que cena os preparo. (Se levanta y rebusca por el escenario)

(Llaman a la puerta y se oyen voces)

Sr. Duceo
(A voces desde el otro lado de la puerta)
Hijo, ¿Estás bien?, ¿te atrapó el enemigo? Ay, hijo, dime que estás ahí, por Dios. Qué disgusto llevo.

Sa
A prisa, Fa, abra la puerta, que ese que se escucha es Padre, que preocupado vino a buscarme.

(Fa va hacia la puerta y abre)

Sr. Duceo
(Apuntando con un arma a Fa)
Quieto todo el mundo. En nombre del bando nacional quedan todos apresados.

Sa
Padre, pensé que no venía, ya me empezaban a incomodar la atadura. Va, suélteme, Padre, que este rojo no se creyó la historia que conté. Suerte que vinieron los señores Riseo.

Fa
¿Pero qué pasa aquí? Padre, Madre, ¿de qué trata todo esto? (Coge una escopeta de feria del montón de armamento y apunta a Sa) ¡Merezco una explicación!

(Por detrás de Fa aparece la Sra. Riseo, que golpea la cabeza de su hijo con una sartén)

Sra. Riseo
Venga, átenlo, la cena está lista. Estos rojos me dan hambre.

(Todos se sientan alrededor de la mesa y comen)

Se cierra el telón.

FIN

Lo he escrito todo sobre la marcha y no revisé nada, así que si no gustan, no vuelvan. O mejor, vuelvan, tal vez algún día comience a hacer las cosas como Dios manda.

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